LA MUJER Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD
Verónica Rosero
Publicado originalmente en: HABITAR, Revista del Colegio de Arquitectos del Ecuador. Circula con Revista Vanguardia. Octubre 2011
Si bien Dédalo fue el autor del laberinto de Creta, no fue el
primer arquitecto tal y como lo cuenta la leyenda griega. Dédalo jamás llegó a
comprender la estructura del laberinto pudiendo salir solamente volando. Fue
Ariadna quien aún sin haberlo construido, concibió la primera obra de
arquitectura cuando entregó el ovillo de hilo a Teseo, por medio del cual
encontró la salida del laberinto tras matar al Minotauro. Ariadna interpretó el
espacio a través de un elemento conceptual el cual no es una simple representación,
sino un proyecto que puede mirarse como la primera transmisión de arquitectura
por otros medios fuera de la arquitectura en sí, sino como una primera
re-producción de la misma. Esto es arquitectura en el sentido moderno del
término[i].
Históricamente, la búsqueda de las pautas de la modernidad
con respecto al género femenino y la manera en que éste se ha ido situando en
los espacios urbanos, han sido estudiadas de acuerdo a textos usados
canónicamente en base a un mundo referencial excluyentemente masculino[ii].
La propia vivienda moderna es parte de un proceso en cuyas etapas está en
primera instancia la negación de la
vivienda primitiva y sus espacios indiferenciados para posteriormente proceder a una reinterpretación de la
vivienda burguesa en la que se asignan habitaciones específicas, acentuando,
esclavizando y enmarcando la actividad de la mujer[iii].
En este sentido, existen prácticas cotidianas muchas de las
cuales aparentan no tener nada que ver ni con el espacio ni con la sexualidad,
cuando existen estrechas relaciones entre todas ellas[iv].
Pese a su importancia, este tema brilla por su ausencia en la crítica
arquitectónica. No sólo se han ignorado trabajos teóricos en la práctica y el
discurso feminista, sino que se trata el tema de manera escueta (o nula) en las
escuelas de arquitectura. Abordar el espacio desde el punto de vista del
género, aún tiene sabor a tabú y puede resultar provocador para los más
ortodoxos, percibiéndose como una invasión en la cultura arquitectónica
tradicional.
Josep María Montaner mencionaba en la BAQ 2010 que a la
teoría urbana le falta un nuevo espíritu crítico capaz de proponer alternativas
desde nuevas posiciones, como la aportación de las visiones e interpretaciones
de las mujeres, superando una teoría urbana hecha exclusivamente desde la
mentalidad masculina[v]. De los
primeros arquitectos colegiados en Ecuador sólo un 2% eran mujeres; actualmente
existe una mayor paridad. Las arquitectas contemporáneas tenemos un importante rol
en la construcción de la ciudad, pero no
en estrictos términos de materialidad, sino en función de la conformación de un
aparato filosófico en base a prácticas espaciales que fomenten la equidad de
género. “Hay que reinterpretar la historia, no simplemente revisarla, para
rescatar y resaltar la participación femenina”[vi].
¡Ariadna ha cobrado vida!
[i] COLOMINA, Beatriz. “Introduction:
On Architecture, Production and Reproduction”. En: “Architectureproduction”. Princeton
Architectural Press. Nueva York. 1998. Pp. 7
[ii] ALVAREZ L., Nuria. “Hacia
una teoría del patrimonio social urbano”. En: Revista METALOCUS No.19. Madrid.
Noviembre 2006. Pp. 14-25
[iii]
TEIGE, Karel. “The minimmum dwelling”.
MIT Press. Massachusetts. 2002.
[iv] COLOMINA, Beatriz. “Sexuality and
Space”. Princenton Architectural Press. Nueva York. 1992.
[v]
MONTANER, Josep María. En: “La Arquitectura rompe sus fronteras. Catálogo
Académico BAQ 2010”. Colegio de Arquitectos del Ecuador. Quito. 2010. Pp. 239
[vi] BARTRA,
Eli. En: CEVEDIO, Mónica. “Arquitectura y género: espacio público – espacio
privado”. Icaria Editorial. Barcelona. 2003. Pp. 42.