PLAZA VÍCTOR CUESTA. CUENCA-ECUADOR
Proyecto: Durán & Hermida
Crítica: Verónica Rosero
Publicado orginalmente en: 30-60 cuaderno latinoamericano de arquitectura. "Microurbano". Abril 2012. http://www.30-60.com.ar/
Crítica: Verónica Rosero
Publicado orginalmente en: 30-60 cuaderno latinoamericano de arquitectura. "Microurbano". Abril 2012. http://www.30-60.com.ar/
Fotografía facilitada por Durán & Hermida
¿En qué radica la importancia del análisis
y crítica de un espacio público? Podría pensarse en primera instancia en un
enfoque centrado en el diseño y las intenciones formales. Sin embargo, su crítica adquiere relevancia al poner de relieve
el carácter relacional, cultural y cívico del espacio típicamente urbano. La
plaza Víctor J. Cuesta (VJC) del estudio de arquitectos Durán & Hermida, es
un proyecto de cirugía urbana de mediana escala en el que por encima de su acento
estético se encuentra su fomentación a la cohesión social que resalta su
carácter de urbano y público (abierto y de acceso universal). Se ha procurado así,
abordarlo desde un marco multifocal, partiendo del hecho de que la calidad de
las ciudades está en estrecha relación con la calidad de sus espacios
públicos.
La presencia de la Plaza VJC en diversas publicaciones
no es una casualidad: sus atributos la hicieron merecedora del primer premio
nacional de diseño urbano en la XVI Bienal de Arquitectura de Quito. El contundente
veredicto del jurado resalta el hecho de haber logrado constituir un espacio
público de calidad doméstica, acorde a la escala del contexto, con detalles
cuidados y sutiles, poniendo en valor su contorno histórico.
EL
ESPACIO PÚBLICO COMO PORTADOR DE UNA CULTURA.
Actualmente nos enfrentamos a la masiva
presencia de intervenciones atadas a un mismo proceso que afecta de forma
similar a territorios de naturaleza diferente, donde la vieja ciudad concentrada, de renovada
morfología, no queda invicta. Es este un contexto propicio para explorar estrategias y trazar nuevas líneas que
trasciendan los estrechos márgenes de proyectos estandarizados y desanclados
del lugar que dejan como resultado paisajes poco representativos de su
contenido cultural o simbólico.
Gran parte de la formación académica de los
autores del proyecto fue realizada en Barcelona. ¿De qué manera revela éste su condición de haber
estudiado fuera? Fue ésta una de las primeras inquietudes a despejar al
entrevistar a Augusta Hermida. Consciente de la ineludible influencia que cada
situación y cada contexto ejerce sobre los procesos creativos, la arquitecta,
estudiosa de la obra de Mies van der Rohe, me habla de su formación en una arquitectura
de rigor, universal. Sus proyectos son una manifestación contemporánea de los atributos de la
modernidad, de su economía, su precisión, y del entendimiento de sus formas
como relación y estructura organizadora del proyecto.
Pero ¿Cuál es la estrategia para que, partiendo
de referentes globales, se produzca una
integración con lo local? Motivo entonces a que su respuesta se enfoque en el
ámbito de las pre-existencias, y es allí donde se van dibujando sus intenciones:
la capacidad de geometría, de abstracción y de relaciones funcionales y
estructurales de la modernidad son cualidades que también pueden encontrarse en
el Centro Histórico cuencano. Ese orden presente en su configuración y en sus
fachadas de arquitectura tradicional es el que dio paso a su declaración como Patrimonio.
Por lo tanto, aquel rigor constructivo que antaño tuvo que ser usado en las
construcciones de adobe, sus resultados controlados y ordenados, son hoy el
marco bajo el cual conciben sus proyectos. “No hay diferencia entre un orden de
la vanguardia y un orden de la arquitectura vernácula” comenta, “la
pre-existencia (por tanto) es el orden”.
INTERACCIONES E IMAGINARIOS.
La búsqueda de una ciudad sostenible
(sin limitarlo al estrecho corsé ambiental) requiere la construcción de
espacios urbanos social o culturalmente diversos y funcionalmente complejos, lo
que sin duda sucede al explorar estrategias en diálogo con lo local (contextualización)
a través de los elementos que configuren sus diferencias, pliegues e
irregularidades, características que le otorgan un determinado sentido del
lugar. Esto implica el estar conscientes de su multiplicidad de funciones, de
la diversidad de motivaciones y acciones de sus usuarios, y de la masa crítica
que la propia densidad urbana supone. Así,
se garantiza una utilización del espacio público que contribuya a la complejidad
y diversidad del tejido urbano y social, transformándolo en un lugar viable
para la sociabilidad (convivencia e interacción) y la identificación colectiva
(imaginario).
Con especial énfasis en el uso y
disposición del mobiliario urbano y en la presencia de texturas, la Plaza VJC,
en funcionamiento desde el año 2008, es ahora susceptible de un análisis
post-ocupacional y de una evaluación de las expectativas previas a través de la
descripción de algunos itinerarios básicos. Parte sustancial de la calidad de este
espacio urbano va de la mano de la disminución de barreras físicas en su
tejido. Una cómoda accesibilidad y circulación está garantizada gracias a una única
plataforma que se adapta a los niveles de las cuatro esquinas a través de un
manejo interesante de terrazas en ambos sentidos que cumplen tanto una función
técnica como utilitaria.
En el extremo noreste de la Plaza
encontramos una zona verde resultado de un sutil y paulatino transepto de la
piedra al césped. Aquí, padres o madres podrán tomar asiento mientras sus niños/as
se entretienen en los juegos infantiles dispuestos a lo largo de la pérgola que
les da sombra. La disposición y carácter del mobiliario permite a sus usuarios sentarse
o recostarse ya sea en el césped o en las propias bancas.
Paralelamente, en el extremo
opuesto, tres bancas cumplen la función de parada de autobús. Sin una
marquesina que la defina, la gente lo ha convertido su lugar de conglomeración y
espera. Las sillas individuales colocadas frente a cada banca fomentan la
interacción. Esta actividad se entrecruza a su vez con flujos naturales previamente
analizados en los que de forma continuada, los transeúntes atraviesan la plaza
en diagonal, recorrido que ha sido trazado de manera sutil mediante las luminarias
bajas.
No hay que olvidar la
conmemoración a Víctor J. Cuesta que congrega anualmente a los miembros de su
organización en la zona dura pre-pensada como espacio de encuentro,
presentaciones y representaciones. Es así cómo, en función del entendimiento de
la diversidad de usos y comportamientos, y de la complejidad de relaciones
entre forma urbana y cohesión social, se obtienen espacios vivos en las
ciudades.
TIEMPO Y GOBIERNO DEL ESPACIO PÚBLICO.
En la Plaza VJC las técnicas
constructivas, los procesos proyectuales aplicados en su contexto físico e
histórico, vinculan la intervención con
el pasado pero abren a la vez nuevas oportunidades hacia el futuro. Este
acercamiento al proyecto motivado por las nociones de contextualización y
cohesión social tiene una tercera y
fundamental vertiente relacionada con el gobierno de su espacio a lo largo del
tiempo. La crítica a través de estas tres vertientes cambia la perspectiva de
cómo entendemos el espacio público, a la vez que sirve como estrategia capaz de
ampliar las posibilidades de apropiación del espacio.
El Municipio de Cuenca, entidad
pública encargada de la construcción del proyecto, cumplió un rol esencial en su
ejecución, permitiendo una participación activa de los autores del proyecto a
través de la dirección arquitectónica. Dentro
del sistema de espacios públicos de Cuenca, el proyecto constituyó un mérito en
trabajo público y motivó a la concreción de otros proyectos. Por muy tangencial
que pueda parecer, es importante recalcar el hecho de que se haya tomado la
decisión política de realizar la intervención y de garantizar su financiación y
correcta ejecución.
Sin
embargo, el proyecto se ve hoy enfrentado al deterioro, a la vista de una nueva
administración. Factores como usos no previstos y ocasionales actos vandálicos
han provocado el detrimento de esta valiosa intervención. No hay duda de que el
debate implica una responsabilidad compartida, donde la conservación de los
espacios públicos depende en gran medida de la administración pública, pero
también de los ciudadanos que los usan. Herramientas como la posibilidad de
interacción y el diálogo abierto con su contexto, presentes en un proyecto como
la Plaza VJC, pueden incitar a la gente a formar parte activa de su entorno, a sentirse
comprometida con el mismo y cuidar de él. Es pertinente quizá pensar en el posible
involucramiento del sector privado, pero siempre con la consciencia de que
jamás podrá ponerse en peligro características tan fundamentales de un espacio
público como son la igualdad, la pluralidad, la accesibilidad; en definitiva,
la libertad como claro signo de progreso de cara al futuro.