Conversación con ANDRÉS MARAGAÑO a propósito de la BAQ XX

Por Verónica Rosero y Néstor Llorca

Publicado originalmente en METALOCUS



Tras su ponencia en el ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana para la Bienal de Arquitectura de Quito (BAQ), Andrés Maragaño se dirige a lo que llamaban la “sala de vinculación” con los ponentes del día (La Hacería de España y PEI de Colombia) para debatir con el público sobre las respectivas ponencias y la temática central de la BAQ, el “aula útil”.
Sentado entre público, sobre los bancos de pallets construidos para conformar la sala, nos sorprendió su lucidez en el debate. Una vez cerrada la discusión, nos concedió una entrevista que fue más una conversación fluida y clara sobre su postura frente a los colectivos, la arquitectura social y el rol de la academia. 

M: Andrés Maragaño. V: Verónica Rosero. N: Néstor Llorca
   ¿Qué opinas de la línea monotemática de la BAQ 2016? ¿Crees que se ha perdido de alguna manera la riqueza que se podría presentar en una bienal con tanta concurrencia?

   Sí. A mí primero me ha impresionado mucho el foco de la bienal en el sentido de que el aula sea el elemento principal. Eso es algo banal. Igualmente, el concurso de arquitectura es lateral; requiere fusionarse un poco más. Yo me he sentido un poco extraño porque nosotros no trabajamos como colectivo, trabajamos como universidad. Como academia queremos resolver los problemas desde la academia y sus problemas: cómo educa, cómo se aprende. Nuestro foco es una cuestión de educación. Parece que el s. XXI se viene mucho más hacia lo social que el s. XX que fue más técnico, más provocador en un sentido del invento. Logramos construir estructuras que son muy complejas, pero parece que la estructura social se olvidó un poco. Ahora, la política ha invisibilizado un montón de problemas, uno de esos es la educación y eso se ha tocado poco en la bienal.

   Quizá estamos en un punto de la historia que surge como un ciclo. En el s. XX el movimiento moderno parte desde lo social pero se disipa en los años 70, probablemente a raíz de la figura del Pritzker. Hemos tenido más de cuatro décadas de aislamiento de lo social. En el s. XXI se lo ha retomado, pero veo que aquí se lo retoma rechazando la academia. Hay que recordar que el movimiento moderno surge de lo social pero además era bastante académico. En el conversatorio comentaste que no es malo retirarse a pensar en la “burbuja” de la academia. También mencionaste que algunas de las propuestas presentadas en la Bienal provocan que se banalice la arquitectura y la academia. Sin embargo la temática es el “aula útil”. ¿Es este un discurso anti academia?

M    Se ha hablado mucho de arquitectura social… eso no existe. La arquitectura siempre ha estado vinculada al habitar. Es como colocarle un nombre y apellido a algo que es una disciplina muy humanista, que se encarga de construir espacios, de organizar la materia.  Lo que ocurre es que ese desprestigio a la academia también tiene un poco de culpa la academia, pero la necesitamos. La universidad es importante socialmente, el conocimiento sigue siendo un valor, pero es un valor público y ahí quizá está el conflicto. No es que la arquitectura en definitiva sea social o no social, lo que ocurre es que requiere de un espacio público, de conversación. Ese espacio necesita ganarse desde la propia academia, desde los propios arquitectos resolviendo cuál es su aporte en una sociedad. Eso requiere tiempo, que no necesariamente son los tiempos de la acción, del meeting, del juntar gente. Necesitamos reflexionar. 

   Hago una analogía: aprendemos en la universidad a hacer autos de alta tecnología pero ahora nos están enseñando a hacer coches de madera, una batalla entre lo urgente y lo pertinente. Es un mecanismo muy rápido, con lo que tienes en las manos. ¿Cómo crees que deberían ser los procesos que estamos mirando, de las experimentaciones sobre materiales, sobre lo inmediato? ¿Cómo compatibilizarlos?

   Yo creo que las técnicas son vitales para poder desarrollar una buena arquitectura. Estructura y arquitectura son lo mismo y se han separado por problemas de profesionalización. A la universidad contemporánea se le ha dado un rol: crear profesionales, y ese no es su único rol. También debe explorar técnicas, saberes, procesos, mirar a una sociedad de cara en un tiempo que se requiere. Ese tiempo de dedicación no involucra dinero, no son recursos monetarios, ni siquiera sociales, son recursos meramente intelectuales. Las universidades construyen en un punto esa universalidad. Hay una vinculación con el desarrollo local, hay que compatibilizarlos, pero hay una reflexión retórica, un planteamiento, un dialogo desde el punto de vista intelectual. En definitiva, lo que recogen los estudiantes lo van aplicando en sus posibilidades, en sus mundos profesionales, pero la profesionalización de la universidad es un error. La universidad requiere su independencia, requiere su estado de planteamiento de pensamiento. 

V    Finalmente profesionalizar la universidad es un planteamiento peligroso. ¿No te parece paradójico además que este planteamiento ponga tanto énfasis en los recursos monetarios, en cómo conseguir dinero para ejecutar las obras? 

   En el caso de Talca, el arquitecto logra reorganizar, mover, movilizar, pero no está en el recurso económico o social sino en todos los recursos que el territorio tiene. El recurso económico es casi es un recurso de devaluación. Esto costó tantos dólares… Ya, está bien, pero eso no puede transmitir como modelo. El modelo en sí mismo es muy peligroso, es ir aplicándolo sin saber por qué. Parece que debería solucionar todo pero no lo hace, y en su lugar, mueve una cantidad de energías. La universidad se desprejuicia de los recursos económicos y sociales para articularlos a partir de los recursos intelectuales, compactarlo y hacerlo real. Finalmente nuestra profesión tiene que ver mucho con eso. Un antropólogo decía que la materialización, la compactación, es lo que permite entender a la sociedad. No podemos entender a los egipcios si no es a través de sus edificios, por lo tanto nuestra vocación como arquitectos es solidificar elementos. Ahora estamos haciendo una lectura de este momento, pero tenemos que entender, construir buenas técnicas, cuestionarnos, autocriticarnos y corregirnos. Ese es un valor del por qué la universidad es tan importante: no se enseña afuera, tú no tienes un feedback afuera, haces la obra la cierras con la comunidad y te vas.

N    Si son muy conscientes de eso ¿cómo hacen en Talca para introducir a alumnos en estos procesos que son primero académicos, y luego terminan resultando en evaluaciones sociales?

   Es interesante porque a veces resulta que muchos de nuestros estudiantes cuando están explicando sus trabajos de titulación explican cómo los construyeron, cómo fueron generando los recursos, pero en realidad lo que nosotros siempre preguntamos es: la obra que has hecho, desde el punto de vista de la arquitectura ¿cuál es tu perspectiva? Si tú estás haciendo una torre no puedes olvidarte de la historia de la arquitectura que ha estudiado las torres y las ha hecho suyas como un elemento de lenguaje. La profesión tiene sus propios requerimientos desde el punto de vista disciplinario, no te puedes olvidar de lo que eres: no eres un sociólogo, no sabes de la comunidad. Eso es una discusión muy potente dentro de la escuela.

N    Bueno, algo similar está pasando aquí. Si es que eres un arquitecto y aprendes un lenguaje desde los gráficos, desde lo constructivo, de la creación de espacios, la respuesta tiene que ser con arquitectura, no desde la sociología. La arquitectura resuelve problemas arquitectónicos no generales.

V    No soluciona problemas de estructura social y/o política.  La pobreza, la insalubridad se generan y por tanto se solucionan a través de las estructuras políticas y sociales de un país. La arquitectura es una herramienta y al arquitecto se le ha hecho creer que tiene más poder del que realmente tiene.

N    Claro, es compatible con la sociedad, pero siempre desde la arquitectura.

M    Siempre desde la arquitectura. Porque en el momento que no lo hacemos empezamos a vestirnos con otras ropas y  lo vamos a hacer mal.

V    ¿Significa que estamos intentando improvisar en disciplinas que no son nuestras?

M    Sí. Y el discurso finalmente es una reunión donde empiezas a contaminarte con otros lenguajes y a dudar de tu propia naturaleza. En la arquitectura la creatividad, la construcción del espacio, la localización del material, tienen que seguir estando vigentes. Lo que ocurre es que la demanda social es tan estricta, tan urgente que nos lleva a perdernos en el camino. Nosotros vamos a ser mucho más vitales en la sociedad si trabajamos desde la arquitectura. 

N    Conversamos al respecto con otro de los ponentes de la Bienal, Donn Holohan. Le preguntamos sobre todos estos mecanismos. Cuando te acercas de una forma muy minuciosa a problemas sociales evidentes, te sensibilizas, generas instrumentos que mejoran ese contexto. Donn vive en Hong Kong donde los departamentos eran de 20 m². Luego les dividieron y ahora son de 5 m², en los que ahora vive una persona y no una familia, frente a este problema, el HKurbanlab diseñó un mobiliario para que estos usuarios vivan con mejor confort, pero se dieron cuenta que con ese diseño estaban facilitando la misma condición de especulación inmobiliaria que querían erradicar, generando herramientas para que ese mecanismo siga existiendo. ¿Cómo crees que se puede generar conciencia para resolver el fenómeno y no un instrumento para fomentar un sistema que refleja lo que no quieres hacer?

M    Ahí es donde yo coloco un punto importante: la reflexión de lo que estás haciendo. Y la academia es eso, una permanente reflexión de lo que estás haciendo, de lo que consigues como sociedad, de cuál es el problema que estás tratando de entender. La academia tiene que organizar los problemas, conversar con el estudiante directamente, no la sala de clase con 45 estudiantes con un pizarrón, sino discutiendo dónde está el problema y si efectivamente la arquitectura desde ese punto de vista, lo que se está haciendo, como bien dices tú, es profundizar el problema, no solucionarlo. A mí no me gustan los discursos sociales de “vamos afuera, salgamos”… hay que tener mucho cuidado con eso. Son recursos fáciles y en ese sentido en la academia es compleja.

V    Cuando se es crítico con los discursos altruistas te sometes a catalogaciones odiosas de ideologías en donde te ubican en un lado u otro, derechas o izquierdas, y no sólo que es insustancial, sino peligroso para los estudiantes. 

N    Si quieres que la sociedad sea incluyente y tenga valores sociales nadie te va decir que no. Hay un acercamiento de escala mucho más reducido que se resuelve desde la arquitectura. De eso no se está hablando.

   Estoy muy de acuerdo. De repente nos meten en unos sacos de un fácil discurso. El mapa es complejo para el arquitecto, pero también hay mucha inteligencia en las escuelas de arquitectura que tiene que aprovecharse y reevaluarse. A mí me gusta mucho trabajar con los chicos, con su capital social aunque sea un chico que venga del área rural que le toque trabajar con temor. Ese chico viene con una sensibilidad distinta. A él yo no le puedo decir, trabaja para la sociedad, construyamos. Primero construyamos al arquitecto y hagámoslo tranquilos, que vamos apurados. Démosle un espacio crítico donde se le invita a pensar. Pensar no es fácil. 

V    No es fácil porque implica leer, investigar, no sólo recopilar información; es necesario trabajar la información recopilada. 

M    Ese es un tema súper importante: el uso creativo de la información recopilada y el uso creativo según los requerimientos. 

V    Uno de los miembros de la comisión que organiza la BAQ nos comentaba que han traído a los ponentes ahora presentes en la BAQ para que les enseñen el cómo hacer las cosas. Están conscientes de que están “verdes”. Quieren ser mejores colectivos. ¿Qué crees que quieren aprender de ti?

M    El proyecto de Talca es de interés porque de alguna manera ha vinculado. Nosotros intentamos hacer buenos proyectos y la calidad está a la altura. Mi presentación no tiene música, no tiene globos, tiene proyectos. 

V    En el conversatorio posterior a tu ponencia me impactó cuando mencionaste que validar un proyecto no es poner la foto de un niño con la piel un poco más oscura.  Imagina que se colocaran juntas las  fotografías de muchos de los ponentes de esta Bienal. No podrías identificar a qué colectivo pertenecen. Hay una iconografía homogénea que han creado: la “foto social”.

M    Es muy compleja esa situación porque nos está llevando a un estado de cosas que creo que lo vamos a lamentar después. La arquitectura sigue teniendo validez en el siglo XXI. Los discursos no son malos, pero el arquitecto tiene que construir buenas obras, hacer buena arquitectura. Me parece a mí que estamos yendo por el camino fácil. No nos tenemos que ir por el colectivo, la acción social; se está distorsionando. Tenemos que ser súper críticos, no dejarlo pasar, colocar los puntos donde se debe. Es la academia la que tiene que aportar esa lucidez.
 

Entradas populares de este blog

BIENALES Y CONTROVERSIAS. NO TODO EMPEZÓ EN 2014

SOBRE AUTORÍA DE TEXTOS e INVESTIGACIONES

CONVERSACIÓN CON SANDRA BARCLAY Y JEAN PIERRE CROUSSE

El edificio del New York Times: delirio de dos siglos