¿Es un pájaro?¿Es un avión?...ó…¿Es un arquitecto?

Verónica Rosero

Publicado originalmente en: 
Cardus, Revista de Estudios Urbanos. México Año I , No. 4. Marzo 2011. http://www.revistacardus.com   
METALOCUS, Revista Internacional de Arquitectura, Arte y Ciencia. España. Mayo 2011. http://www.metalocus.es 
English version: "Is it a bird? Is it a plane? ...or... Is it an architect?"

Supermodulor”  © Verónica Rosero


De la relación entre el oficio de la arquitectura y el tema de la seguridad ciudadana, surgen dos inquietudes que por ahora parecerán dispersas. Uno. ¿Somos los arquitectos capaces de solucionar a través del diseño, los problemas de inseguridad? Dos. Si el “Escuadrón de Superhéroes” requiriese de un “superarquitecto”, ¿cómo sería este?

Palabras clave

Seguridad ciudadana, arquitectura, superhéroes
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Los comics de superhéroes –género que  representa el enfrentamiento maniqueo entre el bien y el mal, personificados en héroes y villanos, así como también las relaciones entre poder, violencia y orden social –han probado ser un tema influyente desde su aparición en los años de la posguerra, y una rica fuente de ideas para cineastas, filósofos, novelistas y cómo no, para los arquitectos.

Los superhéroes se han estudiado desde ramas como la filosofía, la física, aunque, primordialmente la política. En arquitectura tenemos entre otros ejemplos publicaciones inspiradas en estos ficticios personajes, como la revista “Architectural Association Quarterly” de otoño de 1970, ó el cuarto número la revista “Archigram”. Sin embargo, en el caso de este último, su ideología futurista y antidiseño se decantaba por una arquitectura anti heroica y alejada de temas sociales,  formulada por medio de propuestas hipotéticas cargadas de fascinantes imágenes maquinistas.

En la contemporaneidad, la firma danesa BIG –Bjarke Ingels Group – también ha optado por utilizar el comic en su libro “Yes is more”[1], como metalenguaje para la expresión del proceso arquitectónico. BIG es, según el Danish Architecture Center, una firma que ha hallado su potencial en el constante diálogo con la sociedad que lo rodea. Al margen del interés que suscita la publicación, llama la atención para este caso, una de sus imágenes: Ingels sobre una delgada barra suspendida de finos cables, y el cielo de fondo, con la seguridad de aquel que pudiera volar.  Tal parecería que también se ha inspirado en el género de los superhéroes.

De izq. a der. : (1) Portada “Architectural Association Quarterly”. Otoño 1970 (en Metalocus No. 24. Pág. 139). (2)“Superarquitecto” por Andrés Espinosa D. (3) Portada “Amazing Archigram 4 (en “Archigram”. Ed. Praeger Publishers)



La arquitectura es en sí un acto de violencia, en el sentido que lo menciona Ignasi de Solà-Morales: transforma el territorio, el lugar, y la naturaleza de los materiales. [2] Bernard Tschumi también comenta: “No hay arquitectura sin acción, no hay arquitectura sin eventos (…) Por extensión, no hay arquitectura sin violencia”[3]. Sin embargo, al hablar de “violencia”  Tschumi no se refiere a la brutalidad que destruye la integridad física o emocional, sino a una metáfora de la intensidad de una relación  entre los individuos y sus espacios circundantes. Este hecho es fundamental  e inevitable: la arquitectura está vinculada  a los acontecimientos de la misma manera que el policía con el criminal[4], el superhéroe con su némesis. Por tanto es necesario determinar  si la relación entre acción y espacio (personas y espacios) es simétrica ó bien, asimétrica, donde uno de los campos claramente domina al otro. Dicho control, no es posible conseguirlo, afirma Tschumi. Pocos regímenes sobrevivirían si los arquitectos programaran cada movimiento del individuo y la sociedad en una especie de ballet mecánico de la arquitectura. La relación es más sutil y va más allá de la cuestión del poder, más allá de la cuestión de si la arquitectura domina eventos o viceversa.[5]

Tal es el caso del proyecto etiquetado por Charles Jencks como el símbolo de “la muerte de la arquitectura moderna”. Pruitt-Igoe, construido en el año 1954 en St. Louis, Estados Unidos, fue en sus inicios un referente para la generación de proyectos de vivienda social. Mas entre 1972 y 1975, fue demolido tras convertirse en un gueto de habitantes de raza negra, plagado de delincuencia. Este suceso icónico, ha trascendido en base a una serie de mitos urbanos que colocan la responsabilidad de su fracaso en el modernismo, descargando de culpas a las fuentes institucionales encargadas de los problemas de la vivienda pública, e ignorando un contexto político y social caracterizado por una polémica lucha de clases y razas.  En base a este mito el oficio de la arquitectura es legitimado puesto que implica que los que los problemas sociales profundamente arraigados son causados, y por tanto, solucionados por el diseño arquitectónico[6].

Me planteo entonces, dos inquietudes que por ahora parecerán dispersas. Uno. ¿Somos los arquitectos capaces de solucionar a través del diseño el problema de la inseguridad? Dos. Si el “Escuadrón de Superhéroes” requiriese de un “superarquitecto”, ¿cómo sería este? ¿Llevaría acaso las gafas de pasta y el corbatín de Le Corbusier o el sobrio traje negro de Walter Gropius? ¿Luciría una melena sesentera a lo Peter Cook, o un trendy look a lo Bjarke Ingels? ¿Tendría las facultades intelectuales de L.B. Alberti, con conocimientos sobre matemáticas, poesía, criptografía, lingüística, filosofía, música y arqueología? ¿Llevaría la armadura metálica de “Defensor”, superhéroe de Marvel Comics[7]?

La historia de este último personaje cuyo alter ego tiene por oficio ser obrero de la construcción, me recuerda en cierto modo la alegoría de la Caverna de Platón.  Carlos Dantes, alter ego de “Defensor”,  descubre una cueva subterránea durante la excavación para los cimientos de un edificio, en la que encuentra una armadura metálica que le otorga poderes. Tras una batalla con los habitantes subterráneos para abrirse camino a la superficie, decide conservar la armadura para servir a la causa de la justicia. En cuanto a la alegoría de Platón, cuenta esta de un grupo de hombres prisioneros desde su nacimiento en una caverna, atados de piernas y cuello, y obligados a ver a una sola pared, sin poder girar la cabeza. Estos hombres construyeron una “verdad” que estaba constituida por las sombras que se proyectaban sobre esta pared, cada vez que otros hombres portando una diversidad de objetos, circulaban por el pasillo contiguo al muro a espaldas de los prisioneros, seguido de una hoguera. Esta alegoría es una metáfora de la situación del ser humano respecto al conocimiento. ¿Qué ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando una nueva realidad?... Un “superarquitecto” podría prescindir de un super traje, mas no de un supra conocimiento.

Aunque puedo haber esbozado en algún punto una parodia arquitectónica, no pretendo desdeñar la labor de la profesión en los procesos sociales. Es un hecho que la arquitectura puede ser catalizadora de cambios en la sociedad  y por tanto influir potencialmente en la lucha contra la inseguridad ciudadana. Sin embargo, éste pensamiento ha abierto la puerta a la demagogia y a soluciones simplistas y eventualmente nocivas. El complejo problema de inseguridad ciudadana requiere más que respuestas arquitectónicas y urbanas acertadas una reestructuración política y/o social. Por tanto, intervenciones en el campo requieren un conocimiento profundo de la estructura del contexto que las engloba, de acciones colectivas e interdisciplinares, de redes de trabajo.

Una respuesta afirmativa a la inquietud uno, es tan ficticia como la existencia de un personaje que responda a la inquietud dos. Metafóricamente hablando, y como diría Archigram “Existe un trecho entre idea e imagen”[8]




[1] INGELS, Bjarke. “Yes is more. An archicomic on architectural evolution”. Ed. Evergreen. Copenhagen. 2010. 
[2] BARBA, José Juan. “Centro de investigación e interpretación de los ríos”. Metalocus 23. Madrid. 2008. Pág.  82
[3] TSCHUMI, Bernard. “Architecture and Disjunction”. MIT Press. Massachusetts. 1996. Pág. 121
[4] Ibid. (2). Págs. 121-138
[5] Op.cit. (2). Págs. 121-138
[6] BRISTOL, Katharine. “The Pruitt-Igoe Myth”.  En “American architectural history”. Págs. 352-363
[7] ROVIN, Jeff. “The encyclopedia of superheroes”. Ed. Facts on File. Nueva York. 1985.
[8] “There is a gap between idea and image”. COOK, Peter. “Archigram”. Ed. Praeger Publishers. Washington. 1973. Pág. 67

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