FEMINIDAD, FEMINISMO, FEMINIZACIÓN. “Espacios para Arquitectas”
Publicado originalmente en METALOCUS.
English version: "FEMINITY, FEMINISM, FEMINISATION. Spaces for female Architects"
Este es sólo el inicio de esta reseña sobre una noche de reflexiones, nuevos vínculos y empatías que he decido dividir en tres instancias: feminidad, feminismo y feminización.
English version: "FEMINITY, FEMINISM, FEMINISATION. Spaces for female Architects"
Verónica Rosero
Bañera “Dama
Retro”. Fotomontaje: Verónica Rosero
“No perder el talento ni dejarlo invisible” es una las frases que atrapo entre las primeras palabras de la presentación de Martha Thorne, directora ejecutiva del Premio Pritzker y comisaria, junto con Ariadna Cantis de “Espacios para Arquitectas”, un ciclo de conversaciones con importantes y talentosas mujeres del mundo de la arquitectura. En el gran sofá del Salón Talk de “Madrid Roca Gallery” se sentaron Inés Sánchez de Madariaga, Nuria Álvarez Lombardero, Aurora Adalid y Benedetta Tagliabue, protagonistas de un interesante coloquio sobre el “Estado de la Cuestión”. Esta reseña es un esfuerzo más por visibilizar otra de las acciones por parte de mujeres que creen en la necesidad de la lucha por la igualdad de género.
Cada espacio es susceptible de lecturas e interpretaciones. Al llegar a Madrid Roca Gallery, una pantalla gigante de leds comunica en su fachada principal el evento. En el interior la galería recibe a sus visitantes con un espacio expositivo de piezas que acertadamente dejan entrever sus siluetas a través de unas cortinas traslúcidas de color plata, provocando una ambigüedad entre el pudor doméstico y el exhibicionismo expositivo que exige el lugar. Finalizado el coloquio Antonio Lamela, arquitecto autor del proyecto de la Madrid Roca Gallery, opina que para superar el problema de la invisibilidad de la mujer en la profesión, ésta “no debe tener pudor de mostrar”… su trabajo, claro está. Es una opinión acertada: parte de las lecciones de la modernidad es que ser moderno conllevaba la voluntad de ser mediático. Viene a mi cabeza aquella imagen de Le Corbusier desnudo pintando uno de los murales de la Casa E.1027 de la arquitecta Eileen Grey; un exhibicionismo mediático frente al trabajo de Grey que fue ocultado por muchos años.
Pero vuelvo al espacio. La pieza estrella, a la vista de todos y sin velos es la bañera “dama retro” diseño de Giorgetto Giugiario (premio a “Diseñador de Autos del Siglo en 1999). Inevitablemente dibujo en mi mente la icónica imagen de la mujer extendiendo sus largas piernas que sobresalen entre la espuma, imagen que caló en nuestras cabezas debido a la publicidad sexista y/o hedonista de la posguerra en la que se sensualizó a la mujer pensando en reforzar su papel de madre y ama de casa. Pienso en lo sugerente de estas ambigüedades que percibo y en el protagonismo de aquella bañera que me ha llevado a dibujar un estereotipo. Este estereotipo de la mujer sensualizada fue a su vez el que provocaría la negación de esta imagen por parte de grupos feministas que reaccionaron estableciendo como parte de su lucha la imagen contraria: la de la mujer masculinizada. Fue esta imagen masculinizada (física o conductual) por la que se decantaron muchas de las arquitectas que tuvieron su espacio en los altos niveles de la profesión en el siglo XX. Quiero pensar que hoy la mujer en un abanico de posibilidades, puede escoger su imagen por opción y no por obligaciones o condicionantes laborales o sociales.
De izquierda
a derecha: Martha Thorne, Ariadna Cantis, Inés Sánchez de Madariaga, Nuria
Álvarez Lombardero, Aurora Adalid, Benedetta Tagliabue. Foto cortesía de Madrid
Roca Gallery.
FEMINIDAD.
Benedetta Tagliabue explica: una posición de poder en una
mujer no está aceptada por la sociedad porque no es sexy. El público ríe,
aunque ella y las demás invitadas, arquitectas muy femeninas, no se ajusten al
estereotipo. La presencia de Benedetta
fue muy positiva, intuyendo (o quizá ya lo sabía…) que sería nombrada
miembro del jurado del Premio Pritzker al día siguiente. Ella destacó la capacidad
de adaptación de las mujeres y su intuición, esa “inteligencia inmediata” que
ha logrado que hoy incluso las arquitecturas hechas por hombres sean más
femeninas: los envolventes, las pieles o las metáforas con un guiño a labores tan
domésticas como el tejido. Siempre de alguna forma se deriva en lo doméstico,
puede ser porque ejemplifica muy bien muchos de los conflictos de la estructura patriarcal, como cuando
Benedetta habla del hecho construir la mesa cada noche para la cena en una
especie de acto fugaz que desparece tan o más fácil de lo que se colocó. Pero
la fugacidad de la presencia femenina en el acto de construir arquitectura, de
hacer ciudades presenta actualmente un mejor panorama: “no ha habido hasta ahora mejor momento para la mujer en la sociedad”,
opina.
¿Es cuestión de tiempo una paridad de género en la profesión?
No. De hecho este testimonio alentador de Benedetta, no anima a quedarse a la
espera. Su caso es una isla en un contexto en el que las arquitectas se
enfrentan a una difícil y precaria
inserción laboral, a un alto abandono
de la profesión a medida que los años pasan, constatando además escasos
ejemplos de independencia profesional.
A estos factores se suma un alto grado
de negación del problema incluso por parte de las propias mujeres. Yo
personalmente he percibido la negación del problema cuando escribo sobre estos
temas: las respuestas de hombres aseguran en su mayoría que es una cuestión de
percepción personal, mientras las mujeres en su mayoría prefieren mantenerse el
margen. Habría que preguntarse por qué, me dice Martha Thorne. Más adelante, en
una conversación personal, Aurora Adalid me comenta: el opinar o debatir sobre
género significa mostrar vulnerabilidad e incluso se ha llegado a decir que es
un asunto de baja autoestima. Para muchas mujeres resulta más efectivo evadir
el tema antes que perder escalas de posición, aparecer vulnerables y/o
(acogiéndose a los estereotipos más duros) no femeninas.
Dibujo
conceptual. Estación de metro de Clichy-Montfermeil, París. Por Miralles
Tagliabue EMBT y Bordas +Peiro.
Collage
conceptual. Estación de metro de Clichy-Montfermeil, París. Por Miralles
Tagliabue EMBT y Bordas +Peiro.
FEMINISMO
¿Por qué negar algo que está tan latente? Inés Sánchez de
Madariaga apunta que existe una “disonancia
cognitiva”. La disonancia cognitiva es un conflicto entre dos pensamientos
incompatibles debido a creencias
culturales arraigadas y sistemas de
ideas preestablecidas que en el caso de la lucha feminista provocan un
conflicto interno en la mujer, llevándola a cuestionarse si es necesario sumarse
a la lucha aunque sus causas sean evidentes.
Inés enumera varias de ellas: entornos laborales no adaptados y con frecuencia hostiles a personas
con responsabilidades familiares, los estereotipos y sesgos de género,
incluyendo dobles estándares (doble moral) y dobles vínculos (mensajes
contradictorios), las prácticas historiográficas y de la crítica arquitectónica
que han mitificado la figura del/ la arquitecto/a y su consecuente asociación
con el star system. Este star system sistemáticamente ha
invisibilizado a la mujer a través de la ocultación
del trabajo colaborativo que la arquitectura implica, dando crédito y fama
a una sola persona. Se me ocurre un ejemplo: en el documental “My Architect. A son’s journey” de
Nathaniel Kahn, hijo de Louis Kahn, reivindica el papel de las tres mujeres más
importantes de la vida de su padre, compañeras
sentimentales y de trabajo (una de ellas su madre), quienes colaboraron
activamente en sus proyectos y no recibieron crédito por ello.
Estas causas podrían considerarse como subjetivas si no fuera
por los datos estadísticos. Inés ha dirigido un gran número de investigaciones
sobre mujeres en la arquitectura española desde el año 2000. En sus trabajos ha
mostrado con datos estadísticos la poca integración vertical y las
complejidades de la promoción profesional de las mujeres. En la Escuela de Arquitectura
de Madrid, por ejemplo, por cada 2.3 profesores titulares hombres hay un
catedrático, pero en el caso de las mujeres hacen falta 11 profesoras
titulares para que una sea catedrática. La Escuela de Arquitectura de
Madrid tiene tan sólo 2, una de ellas a punto de jubilarse. Los
campos donde la situación de las mujeres es peor es en Proyectos
Arquitectónicos; sólo dos catedráticas en España, y en Urbanismo, sólo una.
Pese
a la intensa feminización de la carrera en los últimos años donde el 60% del alumnado
son mujeres, sólo un 4% de las cátedras son ocupadas por ellas. A esto se
suma el alto índice del indicador definido por la Comisión Europea de “techo de
cristal”, que mide la probabilidad de promocionar comparativamente entre
hombres y mujeres. Este es un límite difícil de traspasar en la carrera
laboral de las mujeres, que les impide alcanzar metas profesionales para las
que, aún estando sobradamente preparadas, las estructuras, estereotipos y
sesgos impiden su ascenso a los niveles más altos de la
profesión. Un Índice de techo de cristal igual a 1 indica que no hay
sesgos en la promoción de hombres y mujeres, es decir, que hay igualdad
efectiva de oportunidades. Lo realmente llamativo es que en la
Escuela de Arquitectura de Madrid el índice del techo de cristal es
especialmente alto, superior al 8. La media de este índice para toda la
Universidad Politécnica se encuentra por debajo del 2.5, mientras que para
todos los campos del conocimiento en el conjunto del país está ligeramente por
encima de 2. Este índice es una medida clarísima de la extensión del problema
que tenemos las mujeres en la arquitectura.
“Fair Shared Cities. The Impact of Gender Planning in Europe”. Libro
editado por Inés Sánchez de Madariaga y Marion Roberts. Ashgate, Aldershot-Nueva
York, 2013.
FEMINIZACIÓN
Los datos muestran que la feminización de la carrera es eminente. Pese a esto, muchos y
muchas insisten en no utilizar la forma femenina de la palabra. Es curioso como
el diccionario de la RAE contempla la palabra en masculino y femenino
(arquitecto, ta.) pero añade más abajo: “Usada
también la forma en masculino para designar el femenino. Laura es arquitecto”.
Fue Aurora Adalid, quien hizo énfasis en su condición de arquitecta (con a) y en la importancia del lenguaje y de la
feminización del término, además de la importancia de los roles horizontales en la oficinas de arquitectura.
Que no quede duda que la
problemática existe. En España, comenta Inés, pese a la feminización de la
carrera, en los niveles Senior de la
profesión la integración vertical de la mujer no ha avanzado en los últimos 20
años. Esto demuestra que no es cuestión de tiempo; es necesario actuar.
Afortunadamente hay quienes se han tomado esta causa de manera profunda y
especializada, como Nuria Álvarez Lombardero quien tras culminar su tesis
doctoral sobre arquitectura y género
organiza por segundo año consecutivo un Congreso académico especializado en el
que se realiza una convocatoria para la exposición y publicación posterior de
interesantes y destacados temas en el área. El próximo congreso tendrá lugar en
Lisboa en 2015. El primero (Sevilla, 2013) también hizo énfasis en la feminización de la palabra: se
titulaba “ArquitectAs”. Nuria busca
una explicación a la nula presencia masculina en aquel congreso, quizá por la
temática o por el contexto en general, aunque cabe mencionar que en el coloquio
que ahora reseño, la presencia masculina se hizo notar. La participación masculina en este tipo de encuentros
es fundamental, puesto que se busca la integración y la compresión de la
problemática desde esta contraparte hegemónica y que en gran proporción le
interesa mantener el status quo.
Inés planteó algunas soluciones: conocer la realidad, conocer
los datos y los estudios de género y divulgarlos, obtener apoyo en los niveles
altos de decisión, revisar la organización del trabajo desde una perspectiva
que tiene en cuenta las realidades familiares. “Calidad=Equidad”, finaliza ella. La feminización de las esferas
laborales de la arquitectura es un objetivo latente. Es necesario poner en
crisis los arraigados roles sociales y laborales, desmitificar a el/la
arquitecto/a y su obsesión por la vida productiva, así como comprender que hoy
por hoy existen valores femeninos que ya no son valores tangenciales de la
profesión, sino principales. Desde el punto de vista más crudo y mordaz, la
equidad llegará cuando una mujer mediocre pueda acceder a los mismos puestos
que un hombre mediocre. Pero el énfasis
hay que ponerlo en esa “Calidad y Equidad”, y ante la frase
inicial “No perder el talento ni dejarlo
invisible” añadiría “No negar el
problema ni abandonar la excelencia”.
El público
del primero encuentro de “Espacios para Arquitectas”. Foto cortesía de Madrid
Roca Gallery
Primer
encuentro de “Espacios para Arquitectas”. Foto cortesía de Madrid Roca Gallery.